Powered By Blogger

miércoles, 16 de enero de 2013

El jardín medieval.



Los jardines de la Edad Media fueron jardines de dimensiones modestas que estaban dentro de castillos o monasterios. Era difícil su acceso al público, ya que estaban encerrados por altos muros. Estos jardines tenían una finalidad de disfrute estético, pero también una función práctica.

En estos jardines crecían las flores que admiraban los monjes o nobles, pero también se cultivaban las hortalizas, verduras y frutas para el consumo; igualmente,había una sección dedicada a las plantas medicinales, donde se recogían las medicinas naturales para la botica medieval. Otra producción era la de plantas aromáticas y especias, junto con árboles frutales. Habían pocos tipos de plantas, ya que eran muy raras.

Las plantas en la Edad Media tienen un valor simbólico de tal manera que se escogen de acuerdo a esta simbología. Así, por ejemplo, las rosas significaban el amor de Dios; las azucenas, la pureza virginal; las manzanas, el pecado original, etc.

El jardín monástico es un jardín cerrado. Se encuentra rodeado por un muro que simboliza el encierre del hombre en su interior y su dedicación a Dios. Su forma es sencilla, se compone de una planta cuadrangular subdividida en otras rodeadas por vallas adornadas con enredaderas. luego se le añaden parterres geométricos, hechos con setos recortados. El centro del jardín está ocupado por un pozo o una fuente, ya que el agua tiene un gran valor simbólico. También se introducen laberintos como símbolo de la búsqueda de la belleza y la verdad.

El claustro del monasterio de Poblet, en Tarragona muestra un ejemplo de jardinería medieval. Su sencillez del estilo romántico y los detalles hacen un paisaje austero y reflexivo. Los monjes utilizaban las galerías para reflexionar sobre el hombre y su destino. Los cipreses imponen su espiritualidad levantándose verticalmente hacia el cielo. La fuente simboliza la importancia del agua, elemento purificador, símbolo de vida y reflejo del cielo.

El real monasterio de Santa María de Poblet, el mayor conjunto monástico de Europa occidental,
fue el panteón de los monarcas de la Corona de Aragón durante los siglos XIII y XIV. Se trata de
uno de los monasterios más importantes de la Iglesia latina.